«Los W» es el nombre con el que se conoce al holding de la familia Werthein, que aún tiene presencia en Telecom de Argentina y acaba de desprenderse de su porción accionaria en el Standard Bank.
Las idas y vueltas en esta operación, por la que el gigante financiero chino ICBC ingresó al mercado local, obligaron a volver a postergar el cambio de las marquesinas de las sucursales en todo el país. Y todo se debe a razones políticas ya de larga data.
Debemos volver al comienzo del verano de 2008, cuando el Grupo Clarín puso sus ojos -y pretendió apoyar sus garras- en las acciones de los Werthein en Telecom.
El entonces flamente ex presidente Néstor Kirchner se enteró de la pretensión y, pensando en su supervivencia política, decidió ponerle la proa a esa operación.
Así fue cómo, después de haber mantenido una muy buena relación en su administración, aparecieron en sus manos los carteles con la leyenda «Clarín miente», en respuesta a que el multimedios que lidera Héctor Magnetto había tomado partido por el campo en la guerra desatada con el incipiente primer gobierno de Cristina Kirchner por las retenciones.
La actitud de los Werthein fue vivida por Kirchner como una traición ya que él había impulsado su ingreso a Telecom por una cifra irrisoria comparada con el negocio que suponía controlar la caja de esa compañía, la tercera por facturación en el país detrás de YPF y Telefónica.
Se trataba del entonces en auge «capitalismo de amigos», el mismo que le facilitaría más tarde a los Eskenazi la entrada en el accionariado de Repsol-YPF.
Más tarde, tras la muerte de Kirchner, comenzó un tire y afloje entre los Werthein y Telecom Italia, la accionista mayoritaria de su filial argentina, que concluyó con el triunfo de los peninsulares, que hicieron frente a 17 sentencias desfavorables en distintos tribunales locales.
Desde entonces, los Werthein pasaron a convertirse en mala palabra para Cristina y su círculo íntimo.
Cuando decidieron vender el Standard Bank, al que ingresaron también por poca plata por la salida apresurada de sus dueños canadienses, «Los W» se vieron en la situación de tener que pasar por el organismo de contralor, en este caso el Banco Central (BCRA).
Así fue como la venganza, que es el placer de los dioses, se hizo sentir. El BCRA aprobó, con lentitud, el traspaso de las acciones de los Werthein al ICBC, pero puso como condición que el consorcio chino le pagara en Argentina y en pesos, al cambio oficial, según supo hoy (lunes 3) gacetamercantil.com.
Así, el precio en dólares cambio, es un 30 por ciento inferior. ¿Se caerá la operación por la venganza cristinista?